El despertador sonó muy temprano para sorpresa de Gary. Se levantó como pudo y con los ojos casi cerrados por el sueño fue al baño con un andar muy cansado, como si de un zombie se tratase. Encendió la luz fluorescente del baño y se acercó al espejo mirándose en él intentando abrir los ojos poco a poco. Agacho la cabeza y abrió el grifo mojándose el rostro con agua muy fría hasta despejarse. Tras despertarse por completo salió del baño rumbo a su cuarto, terminó de vestirse y bajó al comedor a comer algo donde se encontró con su hermana, Laira.
- Buenos días chico dormilón -dijo Laira con una sonrisa de oreja a oreja.
- Buenos días hermanita.
- Veo que sigues como de pequeño, apenas hablas cuando te levantas.
- Las cosas buenas no hay que cambiarlas Laira -contestó sonriendo- Y tu veo que sigues igual, hablas sea cual sea el momento.
- Me gusta hablar, no puedo evitarlo -dijo riendo mientras preparaba algo para desayunar.
Gary se sirvió algo para desayunar y se sentó en la mesa. Mientras comía seguía charlando con su hermana la cual, por lo que parecía, había acabado de desayunar hace tiempo. Al acabar Gary se levantó y dejó el plato en la mesa y salió fuera de la casa. Todo estaba muy tranquilo ya que hacía bastante frío y la gente prefería quedarse en casa durmiendo. Caminó durante un largo período hasta llegar a la plaza de la nación. Se acercó a un asiento en el camino y se quedó observando el parque en silencio durante unos minutos. De pronto su silencio se vio interrumpido por una presencia lejana que parecía observarlo. Gary se quedó quieto observando esa figura sin moverse hasta que esa figura comenzó a andar hacia Gary.
- "Quién será" -se preguntó sin quitar la mirada de aquella persona.
Aquella persona se acercaba cada vez más hasta que, de pronto, cambió su rumbo desviándose a la derecha dejando a Gary perdido al no saber qué pensar al respecto. Gary se levantó y lo siguió hasta llegar a una casa algo abandonada. Al llegar el individuo entró en la casa perdiéndose de la mirada de Gary que, quedándose quieto, observaba la casa con cierta incertidumbre. De pronto, y como si algo lo llamase tomó camino a la casa abriendo la puerta con algo de miedo. Dentro reinaba el silencio y apenas se veía luz dentro. Todo estaba muy tranquilo hasta que de pronto, y sin esperárselo, Gary recibió un fuerte golpe en la espalda que hizo que caiga al suelo.
- Lo tenemos
Una voz sonaba en la cabeza de Gary aunque no podía distinguir de quién venía mientras intentaba ahogar su dolor y levantarse. Uno de ellos cogió a Gary por los brazos y lo sentó en una silla atando sus muñecas.
- No intentes soltarte muchacho, y tranquilo, no te haremos nada raro.
Gary fue recobrando poco a poco el sentido posicional hasta que por fin consiguió ordenar su entorno. Frente a él, dos hombres lo miraban fíjamente aunque no podía ver sus rostros que permanecían tapados por unas gorras polares.
- ¿Quiénes sois? ¿Qué queréis de mi? -preguntó desesperado Gary.
- Tranquilo muchacho, esto es sólo un mensaje para el sargento Anders -dijo uno de los hombres- Comienza el inicio del fin muchacho, más te vale decírselo a tu sargento para que no intervenga.
El hombre golpeó a Gary en el estómago y luego en la cabeza dejándolo inconsciente. Gary, poco a poco, iba perdiéndose en las sombras, su visión se perdía y sentía un mareo y un zumbido en su cabeza constante. De pronto cerró sus ojos quedando completamente inconsciente tras los golpes.